
Enfrente, la montaña.
Pasa la nube inmensa;
toda suya... todo suyo.
Huracanes de vientos;
lluvia andante semi paralela
y en todo el monte funerales alegres, naturales,
de hojas muertas.
Los cabellos terráqueos danzan todos iguales
al son de trompetas invisibles que vienen de los mares.
Llegó el otoño; llegó la muerte...
¡Mas no para todos!
Hoy morirán hojas y animales.
Mas no morirán para siempre y, en su transformación de mañana
darán con más calor a la tierra, de su muerte, pasado mañana, brotes de espeanza.
Y yo no he muerto. Me alegro de la lluvia y me alegro del viento.
Si tengo frío, me caliento; si tengo miedo, ¡Que no lo tengo!,
susurro y pienso...
y para mañana ya me he comido mi pequeña ración de esperanza.
Una sola puerta de tres, abierta.
Una sola puerta inmensa.
Manolo Chinato – Tres Puertas.